ALIMENTOS DE IV GAMA: NO TAN CONVENIENTES.


Desde que, a finales del pasado siglo, en los centros comerciales de los países del sur de Europa, empezasen a aparecer en los lineales bolsas y boles llenos de productos, por lo general vegetales, «frescos, troceados, lavados y listos para consumir«, esta modalidad, denominada en el sector como Alimentos de IV Gama, ha experimentado un enorme aumento en el consumo en hogares y restaurantes. Y va a más. Con un crecimiento sostenido del orden del 10% anual durante la última década, el volumen de negocio en el año 2024 superó los 600 millones de €, solamente en España, llegando a los cerca de 4.000 millones en el conjunto de la Unión Europea.

La comodidad de este modo de presentación del producto alimentario es evidente y no vamos a glosarla aquí (la publicidad ya se encarga de ello), pero sí que veremos cuales son los inconvenientes, riesgos incluidos, que esa misma publicidad no nos cuenta. Riesgos de varios tipos, desde sanitarios a medioambientales:

Según su proceso desde el origen hasta el consumidor, los alimentos se clasifican en:

  • I gama: Alimentos frescos y sin procesar. Básicamente verduras, frutas, carnes, pescados y mariscos, sin procesar o solamente refrigerados.
  • II gama: Alimentos en conserva, sometidos generalmente a esterilización por calor y embotados o envasados.
  • III gama: Congelados y ultracongelados.
  • IV gama: Productos frescos. Eventualmente pelados, lavados, troceados, embolsados y listos para consumir o cocinar. Generalmente ensaladas en bolsa, frutas y verduras ya cortadas.
  • V gama: Platos preparados condimentados y cocinados, listos para calentar y comer, comúnmente conocidos como ultraprocesados.

Ya hemos dicho que no vamos a profundizar, por evidentes, en las ventajas del modelo IV GAMA de alimentos. Sí lo haremos en cambio en sus deficiencias y riesgos, menos evidentes y nada publicitados:

La presentación del producto casi siempre define en la misma bolsa su contenido como «producto fresco” . Sin embargo los alimentos de IV gama no tienen el mismo valor nutricional que los realmente frescos, por dos razones fundamentales:

  • Lavados agresivos: En su procesado se usan lavados intensivos a base de hipoclorito sódico (lejía diluida), para reducir la carga bacteriana El problema es que este sistema elimina también otros compuestos beneficiosos, como antioxidantes, polifenoles o carotenos.
  • Oxidación: El corte de las frutas y verduras, horas e incluso días antes de su consumo rompe las paredes celulares y libera enzimas que degrada las vitaminas (la C sobre todo) o el ácido fólico.

Resumiendo: Aunque parezcan saludables, estos productos ya han perdido parte de su poder nutritivo antes de llegar al plato.

Uno de los mayores peligros es la proliferación de patógenos, especialmente si no se mantienen en condiciones óptimas de refrigeración. Entre los microorganismos más habituales se encuentran:

  • Listeria monocytogenes: Sobrevive a la refrigeración y puede causar infecciones graves en personas inmunodeprimidas, embarazadas, niños o ancianos.
  • Salmonella y E. coli: Aunque sean menos frecuentes, han sido detectados lotes contaminados. Como el de noviembre de 2023 en España, cuando la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) emitió una alerta por la presencia de Salmonella y Listeria en brotes germinados.
  • Bacillus cereus: Una bacteria formada por esporas que puede sobrevivir al tratamiento superficial. El interior de una bolsa es el ecosistema perfecto para que pueda multiplicarse y producir toxinas que causan enfermedades gastrointestinales.

Aunque la limpieza industrial garantiza en gran medida una esterilización completa, una cadena de frío rota, una mala manipulación o el rasgado de una frágil bolsa puede convertir estas bolsas de ensalada en caldos de cultivo invisibles.

3. Pesticidas

Otro capitulo aparte son los pesticidas. La ONG Justicia Alimentaria analizó en 2024 dos de las principales marcas de ensaladas de bolsa, encontrando hasta seis pesticidas (cinco fungicidas y un insecticida) en su contenido, incluyendo entre ellas dos (metalaxilo/metalaxilio‑M y fludioxonilo). Aunque las empresas defienden que los valores encontrados están por debajo de los limites legales aceptados, hay que ser conscientes de que, en el caso de estos elementos, el caracter acumulativo de los mismos hace que el único nivel aceptable sea cero. De hecho, por su alta toxicidad, ya se encuentran en la lista negra de la UE para su sustitución


El uso excesivo de envases plásticos que hace esta industria es un desastre medioambiental. El impacto en el entorno natural de estas bolsas crece exponencialmente en los últimos tiempos y según datos de Eurostat, en 2022 solamente el 42% de los residuos plásticos de envases se recicla convenientemente.

Un envase típico de IV gama (bolsa o bol con tapa) pesa entre 10 y 35 gramos de plástico. Por cada tonelada de frutas o verduras de IV gama se generan entre 25 y 80 kg de residuos plásticos, dependiendo del tipo de envase usado.

Los envases multicapa (frecuentes en IV gama) tienen tasas de reciclaje muy bajas o nulas, ya que no es facil separar los materiales.

  • Bolsas o envases de un solo uso: La mayoría de los alimentos de IV gama se presentan en boles o bolsas, elaborados con materiales multicapa difícilmente reciclables. Se calcula que menos de un 5% de las bolsas son convenientemente recicladas, Esto supone un monstruoso volumen de plásticos que termina en vertederos, incineradoras o en los océanos.
  • Desperdicio energético: Mantener los alimentos frescos dentro de sus bolsas precisa de enormes refrigeradores industriales funcionando 24 horas al día.
  • Generación de residuos alimentarios: Las partes no utilizables (cáscaras, tallos, hojas) se desechan en origen, muchas veces sin compostaje.
  • Consumo desproporcionado de agua. El lavado de los productos se realiza con agua potable, habitualmente enfriada a 3 o 4 ºC. a la que se añade lejía para su desinfección en una proporción de 100 a 150 ppm. Pero la UE ya está limitando el uso del cloro debido a los subproductos cancerígenos generados con este sistema. El consumo de agua es de aproximadamente 40 m3 por tonelada de producto procesado.

Todo este sistema de producción, procesado, transporte, venta y consumo, publicitado como cómodo, sano y sostenible promueve una huella ecológica muy alta, mayor aún si los residuos (orgánicos o no) no entran dentro de la rueda de la economía circular.


Los alimentos de IV Gama son sobre todo y fundamentalmente un producto de marketing, en el que, más que las características físicas u organolépticas, es la imagen la que juega un papel clave en la percepción del consumidor:

  • Muchos de estos productos incluyen aditivos, conservantes y atmósferas modificadas, técnicas que no se mencionan o si lo hacen es en lugares escondidos y con caracteres difíciles de leer.
  • Las palabras “natural”, “fresco” o “bio” en el envase son un factor más atrayente para el consumidor que el producto mismo.

Esto contribuye a una confusión alimentaria, donde el consumidor cree estar comiendo limpio, pero en realidad está abocado a usar un alimento semiprocesado con menor valor nutricional, mucho más caro y con evidentes riesgos que el realmente fresco.

El precio de los alimentos de IV gama es significativamente mayor que el de los productos frescos. Veamos un sencillo ejemplo real:

Análisis comparativo entre precios de de lechugas en mercado de abastos y bolsas IV Gama.

Se puede observar claramente que una simple ensalada de bolsa le cuesta al consumidor aproximadamente 7 veces más que comprada en el mercado. Si además tenemos en cuenta que las grandes corporaciones no compran en MercaIruña o en los mercados populares, sino que en sus compras utilizan criterios de Economía de escala, podemos deducir fácilmente que los márgenes de beneficio aún son mucho mayores.

Este sobreprecio del producto no excluye a los sectores de bajos ingresos, curiosamente es este uno de los perfiles objetivo que busca el fabricante. La razón principal es que este target de consumidor, además de demográficamente mayoritario, no dispone de mucho tiempo para acceder a los puntos de venta de alimentos frescos (mercados o ferias) y menos para elaborarlos. Por tanto, si quiere una alimentación fresca y sana, está abocado a recurrir a este producto poco o nada procesado pero caro. Eso o caer en el abismo de los ultraprocesados (V Gama).

Otro ejemplo, este más complicado:

BOL DE PASTA
Y RUCULA CON
POLLO Y QUESO
PESO
(Gr.)
€/kg. en
abasto
escan
dallo
origen
Rúcula102,59 €0,03 €€/Kg. En Mercabarna
(06/06/2025)
Lacitos (Pasta)1751,38 €0,24 €Farfalle Aro (Makro)
Tomate284,14 €0,12 €€/Kg. En Mercabarna
(06/06/2025)
Pollo2810,09 €0,28 €Metro Chef (Makro)
Queso1513,30 €0,20 €Aro escamas (Makro)
Aceitunas negras164,75 €0,08 €Metro Chef (Makro)
Salsa tomate352,50 €0,09 €Metro Chef (Makro)
Envase plásticoPor unidades0,12 €Plasticos Mediterraneo
TOTALES307—–1,15 €—–

El precio en el lineal de Eroski el 6 de junio era de 3.67€ frente a los 1.15€ de los componentes a precio de mercado.. En este caso el producto tiene a su favor que «solamente» es un 300% más caro que el de sus componentes en el comercio. En su contra: Es un producto complicado para considerarlo de IV Gama, al contener productos de origen animal (pollo, leche y huevo) el riego microbiano se multiplica. Además, el peso del envase (bol + bolsa de salsa) es de 37 grs., un desastre medioambiental para un producto de consumo masivo.

Finalmente está el aspecto «marketing» del que hablábamos unos párrafos mas arriba. Es dificil defender que a un producto con escasamente 10 gramos de rúcula, (10 de más de 300) se le llame «RÚCULA CON POLLO Y QUESO».


La industria de la alimentación de IV Gama necesita de productos que cumplan determinadas características:

  • Resistencia al lavado y centrifugado.
  • Tolerancia al frío en cadena de suministro
  • Color y apariencia atractivos.
  • Sabor suave, sin amargores.
  • Longevidad post-corte (mínima oxidación).

Esto lleva a utilizar variedades no autóctonas. En el caso de Navarra olvidémonos de encontrar lechuga Katxurrilla de Tierra Estella, escarolas Noveleta, Cogollos o tomates Feos en las bolsas. Sólo las variedades de mayor rendimiento como la californiana Iceberg, la comercial Batavia, la italiana Lollo, remolacha Detroit o los globales e insípidos tomates Cherry de variedad Shiren, mucho menos sabrosas, llegan a las plantas. Esto ocasiona el empobrecimiento de la diversidad de especies agrícolas, promueve la dependencia del agricultor y del monocultivo del que los únicos beneficiados son las grandes compañías comercializadoras de semillas.

  • Presión sobre agricultores para producir variedades adaptadas a la IV gama (duraderas pero no necesariamente sabrosas).
  • Dependencia de grandes distribuidoras, desplazando al agricultor local.
  • Pérdida de empleos tradicionales: al automatizar procesos de preparación, se reducen oportunidades en tiendas de barrio y mercados.

El modelo en resumen, favorece la concentración empresarial y reduce la soberanía alimentaria.

El trabajo al pie de la cadena en las plantas de la industria IV Gama se centra básicamente en el lavado, corte y envasado de los productos, es por tanto una mano de obra muy poco especializada y altamente feminizada. Todos estos factores consecuentemente hacen que sea un trabajo poco reconocido y mal remunerado.

Las condiciones físicas generalmente son duras. A la alienación producida por el trabajo monótono y repetitivo se añade el agotamiento producido porque la trabajadora normalmente permanece estática y de pie casi toda la jornada. Muchas veces con herramientas afiladas y cortantes en las manos.

Debido a la naturaleza del producto manipulado (caducidad corta y temporalidad) los turnos nocturnos, irregulares o flexibles son habituales y generalmente admitidos y la precariedad de los contratos la norma habitual del sector.


¿Y qué hacemos?

LA IV Gama ha venido para quedarse, eso nadie lo duda. Pero como ciudadanos debemos ser conocedores de la realidad de esta modalidad de consumo, que no es la que su publicidad nos hace llegar. Además, como consumidores deberemos tomar algunas decisiones:

  1. Leer atentamente las etiquetas.
  2. Comprobar las fechas de caducidad, que deberán ser entre 2 y 5 días.
  3. Comprobar la integridad de las bolsas, que no estén ni abiertas ni rasgadas.
  4. Conservar siempre en el frigorífico.
  5. Si hay algún tipo de liquido en la bolsa, no consumir el producto.
  6. Lo mismo si las bolsas están hinchadas o al abrirlas desprenden un olor demasiado fuerte o desagradable
  7. No usar productos de IV Gama exclusivamente. Siempre que sea posible, alternar con productos frescos.
  8. Tómate un tiempo para lavar y cortar tus propias verduras, eso te garantiza frescura y control.

Aquí tienes algunas prácticas que además de más económicas son más sanas y sostenibles ambientalmente:

  • Compra producto local y de temporada. Preferente en comercios del barrio o en los mercados de abastos.
  • Cuando cocines planifica las comidas. Puedes cocinar grandes cantidades en un solo día y consumirlas a lo largo de la semana o del mes.
  • Usa envases reutilizables y bolsas de papel o de tela.
  • Infórmate sobre cooperativas de productores que venden directamente al consumidor.

En su estrategia de márketing se vende como, la mejor y más cómoda para comer sano, pero otra frase más correcta para definirla sería: La ensalada de bolsa es mucho más cara, menos segura y nada sostenible comparada con la del mercado de tu barrio.



Descubre más desde LIBERA STATE

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario