UN POCO DE HISTORIA.
La gran aportación de Tony Blair a la renovación de la socialdemocracia británica se llamó “New Labour” y consistió básicamente en convencer a su electorado de que la clase obrera ya no existía y de que todo el pueblo británico, con la pintoresca e inofensiva salvedad de los aristócratas, era de clase media. Gordon Brown profundizó en esa estrategia y ambos lo hicieron con tal éxito que gran parte de la clase obrera británica, la “working class” que había alimentado durante décadas al Labour, llegó a la conclusión de que era cierto.
Esta estrategia, técnica más bien, denominada SPIN, que groseramente puede traducirse como “retorcimiento o manipulación” (de la realidad), fue creada en los años 90, cuando todavía nadie hablaba de posverdad, por gurus laboristas de la comunicación como Peter Mandelson y otros. Su éxito fue tal que incluso consiguió atraer a sus filas a miembros de las clases media y alta británicas que, por convicción o simple postureo, cayeron rendidos ante el nuevo testamento laborista y así, durante 12 largos años, los torys fueron arrinconados en lo que parecía ser su cementerio político.
Durante esos primeros maravillosos años Blair paseó por Europa el deslumbrante brillo de una socialdemocracia libre de hipotecas izquierdistas. Tras innegables logros internos como las devoluciones a Escocia y Gales o el Acuerdo de Viernes Santo, se embarró exteriormente embarcándose junto a Bush y el inefable Ansar en guerras neocoloniales imposibles de ganar. Eso ni siquiera consiguió poco más que empañar algo el brillo de la nueva política laborista que, tras la dimisión de Blair y con Gordon Brown a los mandos del laborismo, se dispuso a seguir su paseo triunfal, esta vez de la mano de los liberales. Pero entonces, en su segundo año de mandato, las cosas se torcieron…
LLEGA LA CRISIS.
A finales de 2009 el Reino Unido llevaba dos años intentando infructuosamente afrontar lo que, en palabras del ministro de Finanzas Alistair Darling, era “la peor desaceleración economica de los últimos 60 años” y el temor de que la crisis dificultase las posibilidades del primer ministro Gordon Brown de renovar el mandato y contener a la renacida oposición tory se extendió entre las filas laboristas. Finalmente en mayo de 2010, justo 13 años después de que John Major, el discípulo aventajado de Thatcher, fuese desalojado de Downing Street, Cameron ganó las elecciones y los conservadores volvieron a gobernar en el Reino Unido.
El New Labour murió en 2010. Sus creadores se quitaron de en medio a vivir retiros dorados, cobrando millonadas por dar conferencias donde explican lo que salió mal. El brillo de la nueva socialdemocracia, esa que era compatible con el liberalismo económico y la libertad de mercado, se apagó para siempre.
Los restos los recogió primero uno de los hermanos Miliband que ni apoyado por las Trade Unions consiguió torcerle el brazo a Cameron y luego por Jeremy Corbyn, el viejo león sindicalista antieuropeo. Ambos han intentado corregir el rumbo volviendo al laborismo de clase, recuperando sus propuestas más queridas como “revitalización de los servicios públicos”, “nacionalizaciones”, “más impuestos a los ricos”, “fin de la energía nuclear” y… el resultado ha sido el peor de toda la historia laborista. Que ha pasado?
EN EL REINO UNIDO YA NO EXISTE CLASE TRABAJADORA
¿Os acordáis?. O cuando menos nadie se reconoce como tal. El New Labour terminó con ella hace una década, por lo tanto difícilmente una oferta política puede ser exitosa si no tiene un segmento social al que ofrecerse.
Pero la clase trabajadora sí que existe, vaya si existe. Sólo que la derecha neoconservadora ha sustituido la lucha de clases por la batalla cultural… y esta la gana la derecha por goleada. Éste ha sido el gran fracaso del New Labour, no conseguir resintonizar con su electorado, una clase trabajadora sumida en el paro y dependiente de unos servicios sociales cada vez más exiguos. Una clase de la que el laborismo renegó y a la que dejó huérfana en manos del populismo nacionalista inglés, de la extrema derecha, de la xenofobia y del antieuropeismo.
Esa clase obrera, blanca e inglesa, la forman los bisnietos de los que volvieron traumatizados de los campos de Verdún y del Somme, los nietos de los que sufrieron la vergüenza de Dunkerke y que cuando volvieron de los frentes europeos pactaron con Clement Attlee el aplazamiento de la revolución que se estaba fraguando en Europa a cambio de educación, sanidad y vivienda. La forman en fin, hijos de los traicionados por Thatcher, que en los años 80 rompió ese pacto social.
Ya no luchan, salvo en campos de fútbol como el del Milwall o el West Ham, o en las calles de Magaluf. Hoy muchos de ellos viven, o malviven, en precarias casas de renta baja de titularidad publica, bien atrincherados con la bandera inglesa en el tejado, (la de San Jorge, no la Union Jack), odiando profundamente a sus vecinos de origen bangladesí, jamaicano o polaco, culpando de todos sus males a Europa.
…y votando a los que les han robado el futuro.
Gukgeuk 191214
Utzi erantzun bat