Hay muchas ilusiones infundadas sobre las consecuencias de la rebelión de Wagner para Putin
por James Hughes
Publicado en LSE EUROPP blog
El comentario de los gobiernos occidentales y los medios de comunicación sobre las consecuencias de la fallida rebelión de Wagner en Rusia se centra en el debilitamiento del control de Putin sobre el poder. Esta es una más de las ilusiones que han caracterizado el análisis de la guerra en Ucrania.
Los recientes acontecimientos despertaron la esperanza de que pudieran conducir al derrocamiento del régimen de Putin y que luego podría generarse un giro positivo en la guerra a favor de Ucrania. Es interesante que el propio Putin en su declaración sobre la rebelión, hizo una comparación con los acontecimientos de 1917 en Rusia, cuando las revoluciones de febrero y octubre aceleraron el colapso del ejército ruso en el frente oriental.
Esa fue la única señal significativamente obvia de debilidad por parte de Putin durante esa rebelión de dos días, y esa comparación resume un miedo más amplio dentro de la élite de Putin sobre las posibles consecuencias para el régimen de falta de éxito o incluso derrota en la guerra en Ucrania. ¿Por qué, entonces, fracasó la rebelión y qué amenaza representaba para el régimen?
La rebelión, como tal, fue principalmente una efusión espontánea de odio personal. Como tal, estaba mal preparada, mal organizada y no tenía ninguna posibilidad de éxito. Ningún comandante militar ruso de alto rango se unió a la rebelión, solo un puñado de unidades regulares del ejército expresaron su apoyo abierto, mientras que la élite política de Rusia se apresuró a articular públicamente su lealtad a Putin. La línea defensiva rusa en Ucrania se mantuvo sólida.
La rebelión fue en gran medida producto de enfrentamientos de personalidades y luchas internas dentro de una determinada sección de la élite de Putin que está manejando la guerra. Si bien muchas de las atenciónes y comentarios se han centrado en Yevgeny Prigozhin, el jefe de la Compañía Militar Privada Wagner, el líder de la rebelión, se ha snalizado mucho menos sobre sus motivaciones. Este no era un golpe contra Putin. El objetivo de la ira de Prigozhin fueron los dos hombres a los que Putin ha encargado el mando del esfuerzo de guerra ruso en Ucrania: Sergei Shoigu, el Ministro de Defensa, y Valery Gerasimov, El Jefe del Estado Mayor General y el Viceministro de Defensa.
Los tres son compinches de Putin desde largo. Putin tiene la relación personal más cercana con Prigozhin, que se remonta a mediados de la década de 1990 en San Petersburgo, cuando ambos estaban forjando carreras en medio de las realidades brutales de la Rusia postsoviética. Shoigu entró en el círculo de Putin en las últimas etapas de la era de Yeltsin, cuando Putin era primer ministro y Shoigu era Ministro de Emergencias. Shoigu se incrustó firmemente como leal de Putin después de la elección de Putin como presidente en 2000. La estrella de Gerasimov se levantó dentro del ejército como resultado de su cumplimiento inquebrantable de las órdenes de Putin de aplastar a la insurgencia chechena a principios de la década de 2000.
El problema para Putin es que la guerra de los atolladeros en Ucrania desarrolló y acentuó las ambiciones personales, las rivalidades y los odios entre estos tres jugadores clave. Prigozhin se moda de lo que él define como la mala gestión de la guerra, y centra su descontento en los ataques ad hominem contra Shoigu y Gerasimov. Se refiere a Shoigu como el Tyvan ( Tuvan ), destacando el insulto étnico y el nacionalismo ruso de los instintos políticos de Prigozhin, mientras que descarta a Gerasimov como Gerasim, el personaje campesino terco sordo y tonto del cuento de Turgenev, Mumu.
Sin embargo, durante la rebelión se derramó sangre. Las columnas de Wagner fueron bombardeadas desde el aire, y hubo enfrentamientos armados con las fuerzas estatales en Voronezh. Se evitó un derramamiento de sangre potencialmente mayor que involucrara la fuerza de Kadyrov “Akhmat” y Wagner en Rostov El final de la rebelión de Prigozhin tan espontáneamente como se había iniciado. ¿Cuáles podrían ser las consecuencias para el régimen y para la guerra?
Siguen dos consecuencias principales. Primero, la rebelión no debilitó al régimen como tal, sino que habrá servido para exacerbar más el miedo dentro del círculo de Putin al potencial fracaso militar en Ucrania para generar una crisis. La popularidad de Prigozhin y Wagner como héroes dentro de la sociedad rusa por sus percibidos éxitos militares en la guerra, significa que Putin tendrá que pisar cuidadosamente cómo maneja la relación con ellos después de la rebelión. Prigozhin también aprovecha el sentimiento popular ruso que sostiene que la guerra está siendo mal administrada por líderes incompetentes, y que Rusia no está desatando todo su poderío militar contra Ucrania para cerrar la guerra.
En segundo lugar, Putin también tendrá que actuar con cuidado para decidir si abordar estos sentimientos populistas. Sus compinches, Shoigu y Gerasimov, podrían pasar a la jubilación a su debido tiempo, sin duda con mucha fanfarria sobre el éxito que tuvieron. Reemplazar a estos leales por otros iguales no será fácil para Putin. Putin ahora también puede considerar necesario intensificar la guerra para abordar las afirmaciones de que el régimen la está librando de manera demasiado moderada. El enigma de Putin es cómo llevar la guerra en Ucrania a un cierre exitoso sin facilitar el surgimiento de un auténtico Bonaparte que podría prepararse, organizarse y movilizar mejor una rebelión
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