España tiene menos de un año para devolver este país a un estado más o menos homologable a cualquier democracia de la UE. Para casos como el suyo (corrupción generalizada, violencia contra ciudadanos pacíficos, vulneración de los derechos de manifestación y opinión, represión violenta de los oponentes políticos, fin de la separación de poderes, censura y control de los medios de comunicación,…) la UE tiene su propio Artículo 155, se denomina Artículo 7 del TUE o de “Promoción y protección de los valores de la UE”, según ese artículo
“en caso de constatación de una violación grave y persistente por parte de un Estado miembro de los valores contemplados en el artículo 2 tras invitar al Estado miembro … el Consejo podrá decidir, que se suspendan determinados derechos derivados de la aplicación de los Tratados al Estado miembro de que se trate, incluidos los derechos de voto del representante del Gobierno de dicho Estado miembro en el Consejo.”
…o sea, su expulsión de facto.
Naturalmente pensar que la UE va a aplicar este artículo con la misma alegría e irresponsabilidad con las que España está aplicando su famoso 155 está fuera de toda imaginación. No sería esperable ni deseable, fundamentalmente por dos razones: Una, porque para la Europa de después del Brexit, expulsar a la cuarta potencia demográfica y económica europea la abocaría al abismo de la desintegración, y la otra porque para España, mejor dicho, para sus ciudadanos, supondría dejarlos inertes en manos de una casta despótica y enloquecida de políticos, jueces, militares y periodistas. Prácticamente a las puertas de una guerra civil.
No, Europa no aplicará el artículo 7. Quiero creer que en Europa los políticos son inteligentes y en vez de usar, esta vez justificadamente, el palo judicial, utilizará 2 armas con las que ha demostrado su maestría: La presión diplomática y la coacción económica. Quiero creer que van a ser capaces de esquivar ese abismo europeo forzando a esta banda de ultranacionalistas españoles a sentarse a negociar el fin de este estado democrático fallido, de este sainete de reino decimonónico absurdo y abrir un periodo constituyente e iniciar un proyecto nuevo e ilusionante.
Algunos diréis que a estas alturas y después de lo que ha llovido, crear un proyecto ilusionante con los retales de esta parodia de país es soñar en lo imposible, pero dejadme que sueñe. Cuando se ha tocado fondo, cuando el margen de mejora es tan enorme es justamente el momento de los nuevos proyectos y las nuevas ilusiones. Y, llamadme iluso, quiero creer que el pueblo español no es tan gilipollas, que se está dando cuenta del desastre que está ocurriendo, de cómo las CCAA están abandonadas a su suerte mientras Madrid se ha convertido en un paraíso fiscal, un agujero negro que lo devora todo, una fuerza centrípeta que está despoblando las dos Castillas. De momento.
Detrás irán Extremadura, Galicia, Aragón,… y mientras, seguirán señalando con el dedito de acusar a Cataluña y a los Territorios Forales.
Quiero creer que el pueblo español se está dando cuenta. No puede no estar dándose cuenta. Le falta ese proyecto ilusionante que la izquierda española ausente y/o idiotizada no es capaz de darle.
¿Cual es ese proyecto? No es ni mi vocación ni mi responsabilidad, pero yo podría sugerir uno: Convocar a todas las fuerzas democráticas y de progreso de este país a refundar el estado, catalizado desde las periferias, a construir con Portugal, la gran república confederal de los pueblos del sur de Europa que con 60 millones de ciudadanos sirva de contrapeso al eurocentrismo alemán.
Cataluña puede provocar todo eso. Los catalanes siempre han sido los valedores de un proyecto similar. Nadie podrá decir que un proyecto así es antidemocrático, excluyente o poco progresista pero, ¿sería suficientemente ilusionante para las izquierdas españolas? o quizá ¿les parecería demasiado republicano y disgregador de esa nación sin nacionalistas que es España?.
O quizá ya sea tarde y después de tantas agresiones, injurias e insultos los catalanes no estén muy motivados. Pero creedme, no veo otra oportunidad de supervivencia a esta España apolillada que tanto veneran esos que se llaman no nacionalistas.
O puede que yo sea muy ingenuo, y el pueblo español prefiera seguir subsumido en esta espiral devoradora de libertades y derechos, aplastado y expoliado por esta banda de saqueadores antes que, supuestamente, perder su sagrada identidad nacional.
Pero bueno, si es así cuando nos vayamos siempre podremos decirle: “¡Nacionalista tu padre!”
@gukgeuk 180411
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